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abril 15, 2025

Antes de mi primer casting…

Capítulo 1

Mi sueño siempre fue claro: ser reportera de guerra. Desde pequeña, me fascinaba la actualidad, las historias que se cuentan desde el lugar de la noticia, donde la verdad duele, pero hay que contarla. No sé si era una pasión heredada o algo que simplemente llevaba en las venas, pero desde que tengo memoria, supe que mi vida estaría ligada al periodismo. La vida, sin embargo, tiene su propio ritmo y sus propios planes, y mi camino comenzó lejos de los escenarios de conflicto, pero muy cerca de las historias cotidianas que forjan el carácter de una periodista.


Todavía recuerdo la primera vez que vi mi nombre impreso en un periódico. Fue en el diario ABC, donde comencé escribiendo una columna semanal como corresponsal de local. Tenía 18 años y cada artículo que firmaba me llenaba de orgullo y a mi querido padre también. Aunque debo admitir que ABC no era la cabecera que se leía en casa, eso no disminuía ni un poco la emoción que sentía cada vez que veía mi nombre junto a mis palabras. Esos días me enseñaron algo muy importante: cada historia, por pequeña que parezca, merece ser contada con rigor y pasión. Mis comienzos en el mundo de la tele no fueron en el entretenimiento, yo estudié periodismo por Manu Leguineche y Rosa María Calaf, mi sueño era informar desde los lugares de la actualidad más candente, desde la sede de la ONU en Nueva York, hasta la Guerra del Líbano, que ahora vuelve a estar muy presente.


Mientras estudiaba periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, me esforzaba por compaginar las clases con mi trabajo en el periódico. La universidad era un hervidero de ideas, debates y sueños. Fue allí donde me di cuenta de que el periodismo no solo es una profesión, es una forma de vivir y mirar el mundo.

Posteriormente mi gran amigo Chema Bermudez, gran productor, me llevó de la mano como reportera de Europa Press Televisión, una escuela de periodismo que me enseñó todo lo que tenía que saber para enfrentarme al día a día de una redacción de agencia. Allí conocí a Ángel Expósito mi primer jefe y maestro, al que siempre estaré agradecida por lo mucho que me enseñó lanzándome a la jungla del periodismo callejero, también conocí a otros muchos profesionales del periodismo que significaron mucho en mi vida, no puedo dejar de nombrar a Jose Couso, un hermano para mi, que me enseñó el poder de perseguir tus sueños. Los dos años en Europa Press fueron gloriosos en mi carrera profesional, jamás aprendí tanto en un periodo tan corto de tiempo, comprobé que era una mujer intrépida y que no tenía miedo a preguntar a autoridades de toda índole e ideología política, tuve la suerte de conseguir exclusivas muy importantes que abrieron los informativos de aquella época, pero sin duda mi mayor hito fue poder cubrir la Conferencia de Paz de Madrid en el año 91, y poder ver con mis propios ojos a Yaser Arafat e Isaac Rabin, cuando estaban intentando negociar la paz entre Israel y Palestina.

En mi época de Europa Press, aprendí lo dificil que es el periodismo de agencia, y lo orgullosos que nos sentíamos cuando abríamos los informativos, por ejemplo con una entrevista en exclusiva a Adolfo Suarez en la puerta de su casa de La Florida y con otra a Monseñor Suquía en el Aeropuerto de Madrid Barajas. Sus declaraciones marcaron la actualidad de aquellos días.

Recuerdo que una tarde, sonó el teléfono fijo de la redacción, y al otro lado de la linea escuchaba a Maria Antonia Iglesias, por aquel entonces directora de informativos de TVE. Llamaba para felicitarme, y me pidió que le avisara para contratarme cuando terminara mis estudios de periodismo…nunca lo hice. Ángel Expósito, nunca me perdonó que cambiara el rumbo de mi carrera hacia el entretenimiento. Y creo que en el fondo yo tampoco…En Europa Press descubrí que la cámara es una herramienta poderosa para narrar la actualidad, y que detrás de cada imagen hay una historia esperando ser contada.


Esos años en Europa Press TV marcaron el inicio de una etapa frenética pero emocionante. Pasé de escribir sobre temas locales a participar en la creación de reportajes audiovisuales que llegaban a audiencias más amplias. Lo que más me apasionaba era la inmediatez de la televisión, la posibilidad de captar un momento y compartirlo en tiempo real. En el fondo, aunque todavía estaba lejos de los escenarios de conflicto, sabía que cada experiencia me estaba preparando para cumplir mi sueño de ser reportera de guerra. Cada paso en mi carrera, desde aquellos días en ABC hasta mis primeras coberturas en televisión, me recordaba por qué elegí esta profesión: el periodismo es, ante todo, un compromiso con la verdad y con las historias que merecen ser contadas. Hoy, al mirar atrás, sé que esas primeras experiencias fueron fundamentales para construir la periodista que soy y, sobre todo, la que quiero seguir siendo.

Sin embargo, a pesar de mi amor por el periodimso, que se mantiene hasta hoy, mis guerras iban a ser otras. La vida del reportero de agencia es dura, y me desencanté antes de tiempo, en aquella época se producía el boom del nacimiento de las cadenas privadas, y me surgió la oportunidad de trabajar como reportera en un programa pionero como fue “Emergencia” en Tele Madrid, y en el pimer reality de la televisión en España “Lo que necesitas es Amor”. Quién me iba a decir a mi, incipiente reportera, que acabaría juntando a parejas rotas y reeencontrando a novios y novias que vivían su amor en la distancia. Empecé por casualidad, pero las historias increibles que llegaban a mis manos en grandes sacas de correos, hicieron que me quedara tres años, al lado de su directora Mandi Ciriza, una gran profesional que me enseñó muchísimo sobre el entretenimiento en televisión.

Podría contar cientos de anécdotas de mi paso por los platós de Antena 3, pero me quedo con el día que logramos reencontrar a una madre que hacía 35 años que no veía a su hijo, que había marchado de emigrante a Chile en los años 70. Aquel día esa madre casi se desmaya en plató, y la emoción fue tal que tuvimos que sacar los kleenex porque nos pusimos a llorar a moco tendido, desde el realizador, al regidor, hasta Jaime Bores, que por aquel entonces era el azafato de “La Cafetería”, un precursor de Tinder. Fueron 3 años donde aprendí mucho, aprendí a descifrar el contenido de las cartas manuscritas según el olor de los sobres, el tipo de letra, el papel que elegían para escribir, era una sensación mágica, abrir cada una se esas cartas y descubrir el anhelo de la gente porque fuéramos sus hadas madrinas e hiciésemos sus sueños realidad.

Descubrí la gran cantidad de mujeres que vivían unos divorcios de infierno y que nosotros jamás intentaríamos reconciliar, fui consciente de la gran cantidad de parejas que viven un amor en la distancia y que no tienen posibilidad humana de verse, y sentí el dolor humano de gran cantidad de inmigrantes que se despojan voluntariamene de su entorno y su familia, por el anhelo de ofrecerles una vida mejor…En “Lo que necesitas es amor” adiviné lo importante que es una buena preproducción a la hora de que un programa sea un éxito, valoré la magia de los tiempos en una escaleta, para que el programa tenga el ritmo que haga permanecer al público frente a la pantalla, descubrí la importancia de saber llevar los egos de muchos presentadores. Por aquel entonces no lo sabía, pero me estaba preparando para descubrir historias y personas maravillosas que se convertirían en iconos de la historia de la televisisión en España.

To be continued…

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